La concentración no es algo particular de las artes en vivo, sino que es útil para cualquier actividad en la que uno necesite enfocarse. Lo que quizás sí sea particular es el tipo de concentración. Para que las acciones y las respuestas sean coherentes con el todo de la actuación, la atención tiene que extenderse y abarcar lo que uno tiene que hacer y lo que está sucediendo, mientras se mantienen la concentración en el destino de la acción. No es estar a la deriva sin dirección a merced de las circunstancias, y tampoco es tener visión de tunel y empujar con una agenda fija pase lo que pase. De hecho, arremeter obsesivamente raramente es una estrategia útil. Una concentración abierta es lo que nos permite encontrar vías alternativas para evitar obstáculos o incluso ver por el rabillo del ojo como se abre una oportunidad que ni siquiera nos habíamos imaginado.
