En teatro el apuntador sigue el guión y da instrucciones a los actuantes si olvidan el texto, una acción o una posición en el escenario. Este trabajo ha desaparecido practicamente en el teatro moderno; si hace falta apuntar, generalmente lo hace el regidor. En la vida diaria a menudo nos apuntamos a nosotros mismos: recordatorios de las redes sociales, nuestros teléfonos móviles o blogs y los más clásicos post-its en la puerta de la nevera o cambiarse un anillo de mano. Estos apuntes generalmente nos recuerdan cosas prácticas que queríamos hacer. ¿Cómo podríamos apuntarnos cuando queremos abrir camino a nuevos pensamientos, emociones o prácticas?
